A cualquiera que necesite un milagro en su vida, quiero contarles sobre el Rabino Ariel Don. Yo, Juan, llegué a los Estados Unidos desde México hace algunos años de una manera… digamos, poco convencional. Intenté construirme una vida mejor, trabajé duro y al final incluso logré comprar mi propio taxi y trabajar como conductor. Pero entonces llegó el lío. Me metí en problemas con la ley, algo en lo que realmente no estuve involucrado, y de repente me encontré con una orden de deportación sobre mi cabeza. Todos mis sueños comenzaron a desmoronarse.
Estaba completamente desesperado. Mi abogado dijo que las posibilidades eran escasas. Mis amigos intentaron ayudar, pero nada parecía prometedor. Y entonces, alguien me habló del Rabino Ariel Don del Instituto Superior de Cabalá. Al principio fui escéptico, debo admitir. ¿Qué podía hacer un rabino por mí en una situación así? Pero no tenía nada que perder, así que decidí intentarlo.
Concerté una reunión con el Rabino Don, y desde el primer momento sentí que algo era diferente. Me escuchó con paciencia, sin juzgarme ni por un instante. Me explicó sobre el poder de la Cabalá y sobre la posibilidad de cambiar las cosas incluso cuando todo parece perdido. Realizó para mí una profunda sesión de asesoramiento, y luego hizo por mí algún tipo de ceremonia especial, algo que realmente no entiendo, pero sentí que algo cambiaba.
¿Y qué creen? ¡Ocurrió un milagro! Mi caso judicial dio un giro completo. No solo me salvé de la deportación, sino que al final ¡incluso obtuve una tarjeta de residencia permanente en los Estados Unidos! Hasta el día de hoy no puedo creer cómo sucedió. Simplemente es increíble.
Debo decir que creo que el Rabino Ariel Don y la acción que realizó por mí me salvaron la vida. Si sienten que están en una situación desesperada, si necesitan un cambio real en sus vidas, les recomiendo de todo corazón que se pongan en contacto con él. Es una persona especial con poderes especiales, y le estaré eternamente agradecido. Gracias a él, todavía estoy aquí, sigo trabajando en mi taxi y soñando con un futuro mejor en este país.
¡Muchas gracias, Rabino Don!
Con amor y gratitud,
Juan, taxista en Nueva York (antes en riesgo de deportación, ¡hoy residente permanente!)
Juan Hernández
Un joven y vivaz propietario de un taxi